Pero las ganas de poder ver,observar y fotografiar esta especie, la más deseada por los fotógrafos de naturaleza, hizo que a la semana siguiente, mi amigo Jesús Giraldo y yo volvieramos a intentarlo.
8 am. mientras dentro del hide intentamos acostumbrarnos a la oscuridad, una figura fantasmagórica desciende sobre la roca donde habíamos puesto el cebo.
La tan deseada, esta vez fue fiel a su cita y junto con su pareja nos deleitó unas 6 horas aprox., entre idas y venidas,con todo tipo de posados y de luces, con vuelos y con peleas para echar a los buitres y dejándonos hacer gigas y gigas de fotos ante nuestra inmensa alegría.
Una auténtica DEPOSICIÓN REAL
Lo que más llama la atención de esta increible especie son esas poderosas garras con las que destroza a sus presas.
Tapando la comida ante la proximidad de los buitres,mientras su pareja, a unos metros de distancia, los mantiene lejos del posadero.
Una jornada para no olvidar.